Por Clara Petit.
En diciembre decidí dejar la pereza a un lado y me apunté a un curso de escritura. Era ese tipo de cosas donde sabes que vas a aprender y te va a gustar. Pero al ser humano le cuesta hacer cosas nuevas, sino no existiría la zona de confort ni tantos textos en Internet sobre cómo salir de ella.
Mis ganas de empezar algo nuevo ganaron a mi holgazanería, terminé el curso y tengo que decir que de aquellas clases saqué algo más que ideas sobre escritura.
Cada vez que nos lanzamos a hacer algo, lo que sea, aumentamos las probabilidades de que algo bueno nos ocurra.
Así fue como en aquellas clases conocí a María, con su fuerza, su carácter y su historia.
Este es un post invitado de María del Amor Márquez Romero, licenciada en Publicidad y RR.PP y actualmente Pflegefachkraft en Stuttgart
Hace seis años y medio, cuando llegué a Stuttgart para convertirme en enfermera geriátrica, no sabía ni en qué lugar exacto de nuestro pecho se encuentra el corazón. ¿Cómo iba a saberlo? Yo era una chica imaginativa, soñadora, que se había decantado durante el bachillerato por las asignaturas más alejadas de las ciencias naturales. Al decidirme a estudiar Publicidad y Relaciones Públicas, supe enseguida que aquello era lo mío: planear una estrategia, desarrollar el concepto creativo, plasmar en medios todas esas ideas a través de las herramientas que tanto amo como la música, el vídeo o la escritura. Y, sin embargo, cuando ya me licencié y me dirigía cada mañana a mi trabajo, vestida con mi ropa más sofisticada y mi pelo bien arreglado (pues se trataba de una empresa de productos de dermatología capilar), me sentía profundamente infeliz. Yo hacía bien mi trabajo pero… ¿A dónde iban dirigidos todos mis esfuerzos creativos? A vender ¿A vender qué? Productos de gama alta que, en realidad, no eran necesarios. ¿Cómo? De la manera en la que fuera necesario. Algo que no había aprendido en la universidad es que, a menudo en la publicidad, el fin justifica los medios. Y yo no me identificaba con eso. Desoyendo los consejos, dejé mi trabajo. Fue una decisión arriesgada, porque en ese momento la situación laboral era especialmente crítica, debido a la crisis del 2008. Por eso cuando leí en el periódico que Alemania ofrecía formación y trabajo remunerados a través del proyecto MobiPro-EU me animé y decidí venir a Alemania a hacer un Aubildung en gestión hotelera que, finalmente, se cancelaría y sería conmutado por uno de enfermería geriátrica.
Así que, de alguna manera, aquí estaba yo… sin tener ni idea de alemán, sin conocimientos básicos sobre mi recién estrenada profesión y sin una amiga con la que poder desahogarme. ¿Cómo conseguí con estas condiciones superar el duelo migratorio y sentirme más o menos bien en un plazo corto de tiempo? Gracias a la resiliencia. La resiliencia es algo que nos hace más fuertes, que nos ayuda a prevenir crisis y a salir de ellas. Es algo que, independientemente de cómo fuera nuestra infancia y de en qué etapa vital nos encontremos, podemos entrenar y que, siempre, siempre, nos será útil a lo largo de la vida. Y por eso me gustaría hablaros sobre ella y sobre cómo mejorarla. Me despido hasta el jueves 15 de abril con una frase del neurólogo y psiquiatra vienés Viktor Frankl:
Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.
Ya sabes, el próximo jueves 15 de abril a las 11:00 tienes en directo a María desde Caribe FM Alemania.
Apunta la cita en tu calendario, estoy segura de que aprenderás mucho con ella.
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